biografía
Origen del Carnaval de oruro
«Las historias y leyendas permiten a nuestros pueblos mantener esa identidad ancestral que los distingue entre sí. En nuestra América Morena, aún conservamos en algunos pueblos esa riqueza cultural que heredamos y que tenemos el deber de preservar. Una de esas manifestaciones corresponde al origen y evolución de una de las festividades más importantes de América: el Carnaval de Oruro, la Capital del Folklore Boliviano, justamente declarada por la UNESCO como «Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad».
Esta festividad tiene su referencia en una historia que cuenta sobre un ladrón conocido como el «chiru chiru», por su rispida cabellera que se asemejaba al plumaje de un pájaro llamado así. Este ladrón, cuyo nombre era Anselmo Belarmino, había hecho su guarida en la falda del cerro «Pie de Gallo», situado en las afueras de la Villa de San Felipe, hoy llamada Oruro. Un día, con sorpresa, encontró en su cueva un desprendimiento de roca provocado por las filtraciones de copajira. Este desprendimiento reveló la imagen de una virgen casi del tamaño natural sosteniendo a un niño en sus brazos, implorando su protección. El ladrón le encendía una vela en un viejo candelabro. Cuando los lugareños dejaron de ver la vela por algún motivo, acudieron intrigados al refugio del ladrón benefactor, pero lo encontraron muerto a los pies de su protectora. Después de recibir la confesión del párroco Don Carlos Borromeo Mantilla, fue enterrado con la ayuda de aquellos que le tenían gratitud.
Con el tiempo, la imagen de esta virgen fue venerada por los habitantes y trabajadores mineros de esta villa, conocida como «Virgen del Socavón» o «Virgen de la Candelaria», protectora del pueblo de los Urus. Después de ser retocada por un artista desconocido, se levantó una pequeña capilla en su honor en el interior del socavón abandonado.
El significado de los «convites» se remonta a los mineros que explotaban las ricas vetas de metal en los socavones que rodeaban el poblado. Tenían la costumbre de venerar al «Tío» de la mina, una figura modelada en greda con dos cuernos, a quien le ofrecían aguardiente, cigarrillos y coca como muestra de sumisión y agradecimiento por la protección en los socavones. El primer viernes del segundo mes de cada año, los mineros ofrecían al patrón de la mina, en nombre del «Tío», la veta más rica que encontraban y que guardaban para esta ocasión. A cambio, el patrón les entregaba una pañueleta con mixtura y confites, junto con aguardiente, coca y cigarrillos para celebrar y bendecir la mina. Al día siguiente, los mineros y la gente del pueblo visitaban a la Virgen del Socavón para agradecer su protección y defenderla de las maldiciones del temible Huari, un brujo malhechor que había enviado varias amenazas al pueblo.
Los mineros continuaron venerando a la Virgen del Socavón, ofreciéndole veladas y romerías, y así nació la tradición de la Diablada.
La Diablada es una danza folklórica que representa a los seres infernales arrepentidos que se someten a la Virgen del Socavón, patrona de los mineros. Los mineros se disfrazan como el «Tío» de la mina, llevando una máscara con cuernos, un trinchete, una cola y una pañueleta que les obsequió el patrón y que llevan colgada de sus hombros. Así, disfrazados, se presentan ante la Virgen y realizan una rústica danza llamada Diablada.
Esta manifestación popular ha ido creciendo a medida que el pueblo ha progresado. El primer periodo corresponde a 1606, con la fundación de la Real Villa de San Felipe de Austria, hasta el segundo periodo cuando se construyó la Capilla del Socavón el 8 de febrero de 1881. En este año, se dio a conocer el primer relato titulado «Los Siete Pecados Capitales» y se descubrió la portada del templo que contenía una cuarteta alusiva.
Durante la ampliación y refacción del actual Templo del Socavón, se descubrió otra bocamina abandonada que se habilitó como un museo donde se pueden apreciar la figura del «Tío» de la mina, así como los primeros instrumentos y herramientas utilizadas por los mineros en su trabajo de explotación. Esta remodelación tuvo lugar durante la dirección del R. P. Alfonso Magsinani, Regente de la Comunidad Religiosa «Siervos de María», entre 1986 y concluyó en el año 2000.
La palabra «diablo» proviene del griego «diabolos» que equivale a demonio, ángel malo o espíritu del mal cuya morada se sitúa en el interior de la tierra. De «Luzbel» deriva «Lucifer», que fue un arcángel desertor y soberbio separado de la misión de buscar el bien, reconocido como el príncipe de los diablos. En la prehistoria, el sol y las montañas fueron considerados dioses benéficos, mientras que la luna, diosa de la noche, era venerada en el interior de cuevas y guaridas. Se generó la creencia de que los actos malvados eran inspirados por el espíritu del mal, por los seres llamados «Hijos de las Tinieblas».
El personaje que proviene de la profundidad de la tierra, habitando el subsuelo y siendo celoso guardián del mineral en las vetas, premia o castiga, desgana o fortifica, ofrenda o quita el afán de extraer el metal. De esta simbiosis entre realidad y mito surge la danza de la Diablada, como una conjunción de arte y folclore. De esta tradición ancestral nace la fantasía de un baile propio de Oruro: la Diablada, donde los seres infernales arrepentidos se someten a la Virgen del Socavón, patrona de
los mineros.
En cuanto a los «cargamentos» y su simbolismo, el día sábado, víspera de la Quincuagésima, el pueblo de Oruro en todas sus clases sociales se prepara para iniciar el desfile folklórico en veneración a la Virgen del Socavón, llevando cargamentos de oro y rica platería como muestra de gratitud y ofrenda. Estos desfiles evocan el pasado de la conquista, cuando caravanas de animales partían de estas tierras llevando grandes cantidades de plata y oro para aumentar la riqueza de la corona española. Al principio, estos cargamentos eran llevados sobre el lomo de los animales. En el desfile folklórico más grande de América, conocido como el Antruejo de los Andes o la Entrada del Sábado de Carnaval, participan más de 50 conjuntos de danza afiliados a la Asociación de Defensa de los Conjuntos Folklóricos de Oruro, fundada el 19 de enero de 1963.
El Carnaval de Oruro es considerado uno de los patrimonios culturales más importantes de Bolivia y ha sido declarado «Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad» por la UNESCO. Es una manifestación cultural única que combina elementos religiosos, históricos y folklóricos, y que despierta un gran sentido de identidad y orgullo en la población de Oruro y en toda Bolivia.
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Alfredo Solíz Béjar
Director y Conductor
Pentagrama del Recuerdo.com