biografía

Los Jairas

Músico y Compositor

 

Los Jairas

por Pentagrama del Recuerdo

La historia y evolución de la música en Bolivia ha sido marcada por eventos significativos que influyeron en el cambio político y social del país. En este contexto, el conjunto musical Los Jairas desempeñó un papel destacado en la música folklórica boliviana. La historia comienza con la fundación de la Galería Naira el 21 de enero de 1965 por Luis Alberto Ballón, Jorge Carrasco, Leni Ballón y Simone Carrasco. En 1966, el músico suizo Gilbert Favre llega a La Paz y, junto con otros artistas, surge la idea de crear una peña folklórica que combine el arte plástico con la música. Así nace la Peña Naira el 13 de marzo de 1966. En el Centro Cultural Naira, Gilbert Favre, Ernesto Cavour y Edgar «Yayo» Joffre deciden formar un trío musical. Posteriormente, con la incorporación del guitarrista Alfredo Domínguez, se establece oficialmente el Conjunto Los Jairas.

Con el fin de dar espacio a Domínguez como concertista de guitarra, Julio Godoy se une al grupo como guitarrista. El conjunto interpreta yaravíes y otros géneros musicales bolivianos, transmitiendo mensajes de dignidad y justicia social en sus canciones. Los Jairas se presentan en la Peña Naira y comienzan a realizar giras por diferentes ciudades y centros mineros, logrando un gran éxito. La singularidad de escuchar a un músico extranjero, Gilbert Favre, tocando la quena atraía multitudes en cada actuación, a pesar de la presencia previa de destacados intérpretes de este instrumento indígena.

El Conjunto Los Jairas se convierte en pionero al interpretar con instrumentos autóctonos de cuerda, viento y percusión una amplia gama de géneros musicales que antes habían sido marginados en la sociedad urbana. Esta identidad cultural permitió que la juventud boliviana se integrara en varios grupos musicales, vistiendo trajes tradicionales de cada región. Este movimiento cultural se manifestó inicialmente en el festival Lauro de Cochabamba y luego se expandió a través de la apertura de nuevas peñas folklóricas, festivales, centros culturales y festividades religiosas en diferentes ciudades del país.

El éxito alcanzado por Los Jairas impulsó la creación de otros grupos musicales como Los Ruphay, Los Chaskas, Los Payas, Los Caminantes, el Trío Oriental, Los Luceros del Alba y Los Trovadores de Bolivia, entre muchos otros, que encontraron un espacio para desarrollarse artísticamente en la Peña Naira. Algunos de estos grupos lograron proyección internacional, presentándose en diversos escenarios de Europa.

Desafortunadamente, después de una carrera artística moderada, Los Jairas llegaron a su fin debido al retorno de Gilbert Favre a su lugar de origen, la partida de Alfredo Domínguez a Ginebra, el enfoque didáctico que adoptó Ernesto Cavour y la partida de Julio Godoy. Aunque en los años 90 Edgar «Yayo» Joffre intentó revivir el nombre de Los Jairas con nuevos miembros.

Lamentablemente, los intentos de revivir el nombre de Los Jairas con nuevos miembros, como Rolando Encinas, Marcos Peña, Rene Alinas, Hernán Ponce y Koji Hishimoto, no lograron el mismo impacto que el grupo original. Los años de gloria habían quedado atrás, pero Los Jairas dejaron un legado importante en la historia de la música popular boliviana.

La Peña Naira no solo fue un centro artístico, sino también un lugar donde los intelectuales, músicos y poetas se reunían para discutir sobre derechos y libertades, así como para compartir canciones de protesta de artistas como Benjo Cruz y Nilo Soruco. En la peña se gestaba el despertar de los pueblos indígenas y se cuestionaban las dictaduras militares. Se dice que incluso el líder revolucionario Ernesto «Che» Guevara visitó el lugar durante su corta estancia en La Paz antes de dirigirse a la zona de Vallegrande para iniciar la aventura guerrillera. También se comenta que la poetisa chilena Violeta Parra, quien frecuentaba la peña debido a su relación con Gilbert Favre, se inspiró en parte de su obra «Gracias a la vida».

El éxito de Los Jairas impulsó la creación de varios grupos musicales en Bolivia que comenzaron a destacar tanto a nivel nacional como internacional. Algunos de estos grupos, como Los Wara Wara, Gilberto Rojas, Las Kantutas, Raúl Shaw y los Peregrinos, Las Hermanas Espinosa, Arteaga, Los Pepes, entre otros, fueron los primeros en representar a Bolivia en el extranjero.

A pesar de la clausura y el embargo de la Peña Naira durante el golpe de 1971, así como los desafíos políticos y sociales, Los Jairas y otros artistas dejaron un legado invaluable en la música boliviana, ayudando a definir su evolución y fomentando un mayor aprecio por la cultura y las tradiciones del país.

Al finalizar su trayectoria artística, la vigencia de Los Jairas llegó a su fin debido a diversos factores. Gilbert Favre decidió regresar a su lugar de origen, Alfredo Domínguez se estableció en Ginebra y Ernesto Cavour se dedicó a la labor didáctica. Además, Julio Godoy se alejó del grupo. Aunque en los años 90, Edgar «Yayo» Joffre intentó revivir el nombre de Los Jairas con nuevos miembros, como Rolando Encinas, Marcos Peña, Rene Alinas, Hernán Ponce y Koji Hishimoto, no lograron alcanzar el mismo nivel de éxito que el grupo original. Los años de gloria de Los Jairas habían quedado atrás, pero su legado perdura en la historia de la música popular boliviana.

La Galería y la Peña Naira, que resistieron las dictaduras militares, también sufrieron dificultades. En 1971, durante el gobierno de Hugo Banzer, se interrumpieron abruptamente estos espacios culturales que eran puntos de encuentro para intelectuales, músicos y poetas que buscaban cambiar el rumbo de la historia del país. El director de la Peña Naira se vio obligado a exiliarse, y se clausuraron, embargaron y remataron todos los bienes que formaban parte de estos centros culturales, los cuales eran valiosos objetos de arte.

A pesar de los obstáculos, Los Jairas dejaron una huella indeleble en la música boliviana. Su virtuosismo en cada instrumento les permitió crear piezas instrumentales de gran calidad, con una perfecta sincronización y armonización. Grabaron versiones consideradas clásicas, como los yaravíes «El llanto de mi madre», «El cisne», «Ollantay» y «El llanto del olvido», así como los huayños «Gringo bandolero», «Pueblito», «Agüita de Phutiña» y «Recuerdos», entre otros. Además, la Peña Naira se convirtió en un espacio no solo artístico, sino también de reflexión y lucha por los derechos y la justicia social, contribuyendo al despertar de los pueblos indígenas y siendo un punto de encuentro para la resistencia contra las dictaduras militares.

A pesar de su final moderado, Los Jairas y la Peña Naira marcaron un hito en la evolución de la música folklórica boliviana y en el movimiento cultural que buscaba revitalizar las tradiciones y la identidad del país. Su influencia se extendió a otros grupos y artistas, quienes encontraron en ellos una inspiración para interpretar la música con instrumentos originarios y difundir los géneros musicales que habían estado marginados en la sociedad citadina. Su legado perdura hasta hoy, y su contribución al panorama musical boliviano es reconocida y valorada.

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Alfredo Solíz Béjar
Director y Conductor
Pentagrama del Recuerdo.com